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Normalismo, visiones de estado

  • Quak
  • 1 may 2018
  • 4 Min. de lectura

El normalismo es, sin miedo a equivocarme, la más noble profesión, es la perseverancia del maestro en favor de un pueblo entero, pues en sus manos está el material para la mejor obra social, enriquecer la comunidad con los talentos de cada uno de sus componentes para establecer soluciones que nazcan del seno mismo de la comunidad.


Esta es también la visión que muchos normalistas tienen de sí mismos. Muchos de ellos son originarios de las capas más desposeídas, como el caso de los normalistas rurales. Por este importante papel que juegan en la construcción de una sociedad, el estado mexicano ha transformado su visión hacia el normalismo al mismo ritmo que cambia la política económica y se viven problemas sociales, y es a través de esas transformaciones como se pasó de figurarlos como un orgullo del pueblo mexicano a proponerlos como delincuentes, vándalos, entre otros.

México posrevolucionario



En el periodo entre 1920 – 1940 el principal objetivo fue acabar con el profundo rezago del campo e igualmente acabar con el control de algunos caciques que, pese a la revolución, sus intereses y poder no habían sido tocados, esto obviamente empujado por el sentimiento posrevolucionario del pueblo trabajador, del cual el estado no tuvo más remedio que emprender un proyecto de normalismo rural que dio como resultado una generación de maestros rurales que tejieron redes de colaboración regional y a nivel nacional, su prestigio trascendió fronteras, siendo incluso ejemplo de muchos países de América latina y algunos países de Europa central. Entre otras cosas también fue tarea del normalismo rural construir puentes culturales hacia la ciudad, organizar y planificar la solución de diferentes conflictos en sus respectivas comunidades, como los que se daban por el uso de la tierra, los recursos naturales, el abuso de la fuerza pública por manos del estado, el clientelismo corporativo de las organizaciones campesinas afines a los gobiernos en turno. En todo momento fue navegar contra corriente, aunque siempre cobijados de una comunidad entera.


En las ciudades, principalmente la ciudad de México, también se establecieron normales urbanas, donde igual se establecieron diversos planes para, entre otras cosas, reducir el altísimo porcentaje de analfabetismo y aumentar la cantidad de niños que acudían a la escuela. Más allá de las intenciones del estado y la burguesía que eran tener mejor preparada la mano de obra y el uso de las máquinas y herramientas de los barrios fabriles. El maestro se involucró -al igual que lo hiciera su compañero del campo- con la vida de los trabajadores y muchos formaron comités, centros organizativos para solucionar en lo colectivo los problemas de cada barrio.


México 1940-1985


Durante estos años y gracias al empuje de maestros comprometidos con su papel en la sociedad, fue creciente la construcción de normales tanto urbanas como rurales en varias regiones del país, estableciendo que se haría de acuerdo a las necesidades de cada región. A pesar de ello, el crecimiento del normalismo en el sureste mexicano (Oaxaca, Chiapas, Guerrero) fue menor en comparación de otras regiones (como el norte del país) donde casualmente la concentración del capital era mayor.


Como resultado del llamado “milagro mexicano” fue posible, de la mano de las normales, la instauración de la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos.


Descentralización de la educación, 1992


En este año previo a la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio, se decretó la reforma con la cual los servicios educativos dejaban de ser responsabilidad del estado mexicano para ser responsabilidad de cada entidad federativa, con ello las decisiones de quitar o poner normales fue tarea fácil, de ese año a la fecha se redujo el porcentaje de normales en un 45% y las normales rurales han desaparecido una tercera parte de ellas, también se les ha reducido el presupuesto, la plantilla, materias y cada vez se les condiciona más el proceso de admisión. A pesar de la lucha que normalistas y maestros, acompañados del pueblo de cada región, hacen por mantener la única vía de educación profesional para muchos jóvenes del campo, se han topado de frente con la fuerza represiva de los gobiernos estatales y el desenlace es siempre el mismo, el cierre definitivo del plantel educativo.


Contra reforma educativa


En la actualidad las normales -sobre todo las rurales- viven de mucho corazón, con poco recurso, con la amenaza constante de desaparecer, con el asedio del estado, no solo con la fuerza pública, sino con el desprestigio de los medios burgueses de comunicación, quieren hacernos creer que el normalista ha pasado de ser el misionero que cruzaba el campo y la sierra para educar, a ser el “vándalo” o “delincuente” que “secuestra” camiones.


En realidad, al igual que hace años, el normalista y el maestro luchan a diario en favor de la educación del pueblo, muchas veces ponen del dinero de su bolsa, para material didáctico, después de cada marcha en la ciudad de México se van a las papelerías de Mesones, en el centro, a comprar material para sus niños y a veces uno que otro juguete. Al normalista lo mueve el deseo de ser maestro, y al maestro lo mueve el deseo de transformar.



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