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La clase obrera: el sujeto de cambio en la historia

  • Colectivo Acción y Resistencia
  • 1 may 2018
  • 2 Min. de lectura

Ningún pan se hornea, ninguna cama se hace, Ninguna camisa se cose, ninguna máquina funciona, Ningún camión se maneja, ningún camino se construye, Ningún niño se educa, ningún enfermo se atiende, Ningún correo es enviado, ningún mineral es extraído, Ningún tequila se sirve, ningún jefe es pagado, Ninguna rueda se gira, ningún foco se enciende, si no es por el amable permiso de la clase trabajadora. Algún día compañeros, todo será nuestro.” -Paráfrasis de un poema al día del trabajo.

Queremos dedicar esta editorial a nuestro compañero Jorge Eduardo García Rito, quien fue asesinado el pasado 22 de diciembre en circunstancias que aún no han sido esclarecidas por las autoridades de justicia. Eduardo fue activista estudiantil en el IPN y trabajador sindicalista de la UAM-Azcapozalco, pero sobre todo, fue un militante revolucionario. Como miembro del Colectivo Acción y Resistencia fue un importante promotor de la prensa escrita que produjo al Periódico Labor, y como marxista y trotskista, comprendía bien que la clase trabajadora es el sujeto colectivo que llevará a la sociedad a su cambio radical, pero no mediante las instituciones burguesas del Estado, sino a través de una revolución.


Este año de elecciones permiten una discusión política constante con los trabajadores en todos los sectores del país, y en muchas ocasiones desvían la atención de la izquierda en una coyuntura electoral que no promete ningún cambio significativo para los obreros. Por un lado está la izquierda centrista, cuyo programa se ha ido diliuyendo al grado de haber absorbido a parte de la “mafia del poder”, mientras que por otro está una derecha con una crisis política de grandes proporciones, que enfrenta el gran descontento de la sociedad mexicana, pero que goza del privilegio del poder del Estado, el cual le permite un flagrante fraude, por más grande que sea la falta de legitimidad que tenga. En el remoto escenario en el que la burguesía más reaccionaria decida replegarse y, en alguno que otro caso refugiarse en algún gobierno progresista, debemos tener en mente las lecciones que nos han dado gobiernos progres, que han dejado muy poco al proceso de organización de los trabajadores en otros países, y no conformarnos con promesas reformistas.


Si en su momento existió una posibilidad de generar una representación política de los explotados, ha sido con la campaña del Concejo Indígena de Gobierno, pero la falta de un programa claro no ha permitido que sea la vanguardia que algunos esperábamos, y aunque las condiciones no parecen las más adecuadas para generar un trabajo masivo y coordinado a nivel nacional de propaganda socialista, desde el CAR y el Periódico Labor, seguimos insistiendo en que el escenario pre-electoral debe ser aprovechado para poner sobre la mesa las demandas de la clase obrera, no para que los partidos de los empresarios los retomen para su discurso demagogo, sino para que comprendamos la magnitud de nuestras necesidades e intereses de clase, y cómo estas contrastan con la realidad que sufrimos. Un programa mínimo puede ser de utilidad para promover la organización y la movilización entre los trabajadores de diferentes sectores, y sobre todo aprovechando la crisis política que sufre la burguesía en este momento. Insistimos en que este no es momento de mantenernos expectantes del espectáculo circense que son las elecciones; es momento de actuar.



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