El Capitalismo vs La Mujer Proletaria
- Matilda
- 1 may 2018
- 4 Min. de lectura
El capitalismo nace a través de la expropiación de la riqueza mediante el despojo de la tierra y de la explotación de la fuerza de trabajo de las y los trabajadores, pero si lo planteamos desde una perspectiva de género, podemos observar que la riqueza del capitalismo se duplica con la sobreexplotación de la mujer (su fuerza y su cuerpo) mediante diferentes formas, ya sea como reproductoras de la clase obrera, la doble jornada laboral o con la desvalorización de su trabajo. Al mismo tiempo el sistema ha utilizado todas sus herramientas para controlar a la mitad de la clase trabajadora descargando sobre ella toda la crueldad de la que es capaz. Es por eso que en el presente artículo nuestra intención es lanzar una serie de líneas que consideramos fundamental que se lleve a discusión dentro de la colectividad y la individualidad.
El cuerpo de la mujer como negocio.
En el capitalismo el cuerpo de la mujer tiene un papel fundamental ya que naturalmente es ella la productora de “la fuerza de trabajo”, es decir a través del parto las mujeres han sido las madres de la clase obrera. Es por esto que han sido víctimas de una constante criminalización con un único fin; el control de la tasa de natalidad conforme a los intereses económicos y políticos de la burguesía, utilizando mecanismos como el derecho o la penalización del aborto según sea su conveniencia. En el mundo según la OMS, se realizan más de 56 millones de abortos al año la gran mayoría de estos se producen de manera clandestina, donde ha representado a costa del cuerpo de la mujer y su bienestar un negocio millonario para las clínicas ilegales.

Desde luego el aborto no es el único negocio que se basa en la explotación del cuerpo de la mujer, hasta el 2016 se consideraba que en México por lo menos 500,000 personas son víctimas de la trata , de los cuales el 93% son mujeres y cerca de 21,000 son menores de edad, a su vez de estos el 45 % son niñas indígenas, todo esto según la CNDH. Siendo la trata de blancas el tercer negocio ilícito más fructífero en el mundo logrando recopilar ganancias de más de 36 mil millones de dólares al año. Todo esto sin mencionar los feminicidios donde se ha podido reflejar que la crisis del capitalismo y la violencia de esta se ensaña con el cuerpo y la vida de la mujer sobre todo en aquellos lugares donde existe una lucha y confrontación contra la sobreexplotación de la tierra, es decir en los países en vías de desarrollo o aquellos llamados tercermundistas, buscando con esto doblegar la resistencia impuesta por la clase trabajadora.
La mujer como trabajadora.
En el capitalismo la mujer ha tenido que sufrir diferentes situaciones de discriminación y acoso dentro del ámbito laboral por el único hecho de ser mujer, en México del total de las mujeres que son parte de la Población Económicamente Activa el 15% ha sufrido y denunciado algún acto discriminatorio tales como exámenes de ingravidez al solicitar y como condicional para continuar en un empleo, incluso casos donde su salario fue reducido o fueron despedidas a causa de un embarazo. Otro claro ejemplo es que en los países pertenecientes a la OCDE las mujeres perciben un 16% menos en su salario que los hombres y eso que son las mujeres quienes destinan una mayor proporción de su salario a la manutención del hogar y el bienestar de la comunidad, según la AMME, la mujeres destinan un 70% de su salario mientras que los hombres solo inyectan entre el 30% y 40% a estos rubros . Lo que nos muestran estas cifras es que las mujeres de la clase trabajadora siguen sin conseguir una verdadera independencia económica, ya que no obtienen los ingresos necesarios para tener una vida verdaderamente digna, si no por el contrario tienen que sobrellevar condiciones laborales precarias y buscando otras opciones como el sector informal, ya que les brinda una mayor flexibilidad en los horarios así como la oportunidad de tener a sus hijos con ellas mientras desarrollan esta actividad.
La mujer y el trabajo doméstico.

Al extinguirse el feudalismo, el nuevo sistema imperante necesitaba romper con la estructura que no se acoplaba a la nueva forma de acumulación, fue así que el capitalismo se dio como primera tarea el destruir la concepción de comunidad que hasta entonces se tenía, en la cual la mujer fungía diversos papeles primordiales como matronas, curanderas, recolectoras e incluso cazadoras, es decir, la mujer en sí era comunal, pero al arrebatarles sus conocimientos incrustándolas en la nueva división del trabajo, donde su lugar quedaba reducido al cuidado de la casa, donde la fuerza de trabajo de la mujer sufrió una desvalorización, aun cuando el trabajo doméstico y sexual no remunerado que realizan las mujeres es el centro de producción y mantenimiento de la fuerza de trabajo, la cual posteriormente se incorporara a las actividades económicas asalariadas.
El trabajo doméstico engloba diversas actividades como limpiar el hogar, preparación de alimentos, realizar las compras, el cuidado de niños, enfermos, adultos mayores e incluso mascotas, pero aun cuando es una labor con jornadas extensas, con prestaciones casi inexistentes, cuenta con un salario que raras veces supera los 2 salarios mínimos en el mejor de los casos, porque en su gran mayoría las mujeres lo realiza de manera no remunerada y a la par de desarrollar tareas fuera de su casa, desempeñando así una doble jornada laboral.
Con todo lo anterior queda claro que ya no se puede invisibilizar mas el abuso que mantiene el capitalismo sobre la mujer proletaria, es por esto que las mujeres deben estrechar lazos con aquellas que comparten sus condiciones de vida en el día a día, siempre resaltando que en la historia las luchas de las mujeres han ido de la mano con la lucha por la colectivización de los medios y así y solo así, podremos vislumbrar un mundo donde las mujeres, hombre y niños, seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres.
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