“Democracia para dummies”, escrito y editado por los grandes capitales
- Conejo Rojo
- 1 may 2018
- 3 Min. de lectura
Con 19.2 millones de km2, América Latina ha fungido como el proveedor de las “potencias económicas”, prácticamente desde su colonización. Utilizada como fuente de obtención de recursos naturales, mano de obra abaratada, lugares de recreo y afición por sus culturas; zona mercantil de la vida y la libertad así como espacio de experimentos sociales. Pero ¿hasta dónde llega la influencia de estos grandes consumidores?
Si retomamos este punto donde los países latinoamericanos son utilizados como especímenes de laboratorio para comprobar la flexibilidad de las masas ante la implementación de medidas rumbo a un “capitalismo total”, es más fácil inferir que más allá de sentirse superiores al negociar para saciar sus necesidades, el propósito mayor de estos grandes capitales es el control de nuestros gobiernos para facilitar procesos económicos.

Recordemos que entre los años 70 y 80 Latinoamérica era escenario de una serie de acciones con el objetivo de minimizar la influencia que en ese entonces había logrado tener la URSS, conocido como el plan cóndor y financiado principalmente por los Estados Unidos. Avanzó en países como Brasil, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Argentina y Chile, estos últimos dos resultaron piezas claves en la prueba de un proyecto económico planteado por los Chicago Boys. En general los gobiernos de estos países estaban implementado políticas que viraban hacia la izquierda, lo cual era una situación de riesgo para el capital que se tenía puesto en ellos. La fuerza militar se consideró como la mejor opción, tras varios golpes de estados y así se instauraron dictaduras militares a lo largo del cono sur.
Paralelo a la caída de la URSS, aun cuando la mayoría de los países regresó a elecciones “democráticas” al finalizar las dictaduras militares en los noventas y a pesar de una contención generalizada de la izquierda alrededor del mundo y el actual giro que han tenido países como Cuba hacia la “aceptada” socialdemocracia, el estatus de control no termina, aquellos que acumulan la mayor parte de capital no ven como opción desviarse del plan inicial donde el “libre comercio” sea el mayor motor, por lo que han buscado como influir de manera discreta. Las tácticas militares habían tenido éxito en el pasado pero 2002 fue el año en que se observó que la dinámica de la movilización de masas ante un personaje modificaba las reglas del juego. Venezuela fue blanco de un golpe de estado fallido hacia su entonces presidente Hugo Chávez. Más recientemente podemos ver las coyunturas presentes en Honduras y Brasil a través del manejo de los términos como: legal, ilegal, legitimo, ilegitimo, buscando moldear la imagen de los personajes de “izquierda”, ya que bajo su experiencia un actor cuyo discurso se sale del guión tiende a ser atractivo para el pópulo.
Naturalmente, mientras ellos tengan el control del mecanismo que mueve la economía, las reglas corren por su cuenta. Entre una serie de preguntas, habría que plantear si nosotros no tenemos una influencia trascendental en la dinámica de procesos como la democracia, ¿por qué seguir jugando? Con las elecciones a la vuelta de la esquina en nuestro país tendríamos que meditar nuestro papel como mayoría en un mundo de minorías, comprender que los avances parciales de los socialdemócratas son un freno a largo plazo y que aun cuando un gobierno progresista tome el poder, los grandes intereses no quitaran el dedo del renglón y dirán que sí a cosas como la eliminación del fuero presidencial para siempre tener un “as” bajo la manga.
Comments