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El cambio climático y las clases sociales.

  • El Súper
  • 13 sept 2017
  • 3 Min. de lectura

Con la llegada del debate sobre el cambio climático, existieron posturas muy diferentes con respecto al tema. Por una parte, la evidencia de que las emisiones de metano (CH4) y bióxido de carbono (CO2) se han incrementado de manera exponencial desde la revolución industrial ha sido contundente, así como su participación en el llamado “efecto invernadero”, sin embargo algunos científicos han asegurado que la Tierra sufre de cambios climáticos cada ciertos períodos, y que el actual podía deberse a causas naturales y no del hombre. Ha pasado el tiempo y los estudios ahora son más completos y contundentes: el planeta se está calentando a ritmos preocupantes desde hace un par de siglos y es por culpa de la acción humana.


Ante la evidencia, se firmaron tanto Protocolo de Kioto como los Acuerdos de París en 1997 y 2015 respectivamente, pero estos representaron un modelo neoliberal para que los gobiernos pudieran aparentar un compromiso con el ambiente, al mismo tiempo que abrían un nuevo mercado: el mercado de los Bonos de Carbono, con lo cual actualmente hemos tenido resultados aún peores.


Algo que se debe de tener muy claro es que, si bien es la actividad humana la que ha provocado este cambio climático, no es por un consenso entre la sociedad, o porque las personas seamos así, sino por cuestiones meramente económicas. A las empresas les resulta más barato que seamos los pobres los que limpiemos la contaminación pagando con nuestros impuestos, que pagar ellas mismas por el daño que causa la producción de sus mercancías. Existen actualmente muchas tecnologías para prevenir la contaminación, pero las clases dominantes prefieren invertir en algo barato y exteriorizar el costo que provoca su actividad contaminante. Desde luego también influye el control que tienen ciertas empresas sobre la extracción de petróleo y su control sobre la economía global. Que el petróleo continúe siendo la principal fuente de energía es más por razones económicas y políticas que técnicas.


El desastre climático ha alcanzado niveles alarmantes y, ante la inacción de los líderes políticos, se han acrecentado. Este año, México, EU y el Caribe recibieron numerosos y fuertes huracanes, los cuales son causados por el calentamiento de las aguas marinas, (cosa muy común en verano, pero que en este año en particular fue mayor que en los anteriores). Las víctimas de estos huracanes fueron, por supuesto, los más pobres, y ante la incapacidad de los gobiernos para poder asistir a los damnificados, la solidaridad floreció de entre los mismos que somos ignorados y oprimidos por ellos.


En Houston, Texas, tras el paso del huracán Harvey, cientos de personas que poseían botes y lanchas, las prestaron para poder rescatar gente que quedó atrapada en zonas inundadas. Miles de voluntarios se ofrecieron para apoyar con víveres, atención médica, primeros auxilios, refugio y brigadas de rescate. Los empresarios, como siempre, vieron la oportunidad para elevar estratosféricamente los precios de productos básicos, lo cual provocó la ira de miles de consumidores que saquearon las tiendas para poder satisfacer sus necesidades. Por si no fuera suficiente, los propietarios de terrenos e inmuebles demandaban a sus inquilinos que no dejaran de pagar su renta, a pesar de haber sido expulsados de sus hogares. En los medios se criminalizó a todo aquél que extrajera productos de las tiendas, sin tomar en cuenta el estado de emergencia en el cual se encontraban los habitantes de Houston.


La diferencia en el actuar entre la clase dominante y la clase trabajadora durante una situación de crisis es enorme y es importante recalcarla. En México, el terremoto que sacudió a Oaxaca y a Chiapas provocó entre los trabajadores mexicanos los actos más solidarios, mientras que los políticos solamente se han tomado la foto, y los empresarios son incapaces de brindar ayuda humanitaria, o tan siquiera pagarla. Como ejemplo está el llamado de la Sección XXII de la CNTE a formar brigadas de ayuda para todas las zonas afectadas del Estado de Oaxaca, así como las brigadas de inmigrantes indocumentados.


Al ser nosotros los explotados y carecer del poder político que tiene la burguesía, no somos capaces de cambiar el rumbo de la humanidad para revertir los efectos del cambio climático, por lo que no hemos tenido hasta ahora otro camino que resistir las inclemencias que se avecinan, sin embargo, si tomáramos los trabajadores -aquellos que hemos mostrado la solidaridad como ruta de trabajo- el poder político y fuéramos los que administráramos la producción, eliminando la contradicción entre la necesidad de ganancia y mejorar nuestro nivel colectivo de vida, el destino de la humanidad y de la Tierra pintaría mucho mejor.


 
 
 

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