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¿Una Ley hecha para la mercantilización de la cultura?

  • Matilda
  • 14 jul 2017
  • 3 Min. de lectura

En el pasado número de Labor hablábamos en El nuevo golpe a la cultura se prepara de la próxima redacción y aprobación de la Ley que regiría a la nueva Secretaría de Cultura. Pues no hay que esperar más, la redacción final que debía aprobarse por las cámaras de diputados y senadores vio el visto bueno de estas a finales de abril, pero no fue sino hasta el 19 de junio del presente que fue publicada en el Diario Oficial de la Federación, provocando incertidumbre por un retraso de más de 50 días.




Al revisar la Ley es fácil llegar a comprobar que nuestras temidas sospechas se volvieron realidad; la nueva legislación promueve una participación mucho más activa de la iniciativa privada con artículos que avalan su intervención, así como con la ambigüedad de otros tantos. A continuación, hacemos un desglose pequeño de aquellos artículos donde observamos el peligro de la rapiña de la burguesía.


Bien podemos comenzar con el capítulo dedicado a los derechos culturales (TITULO SEGUNDO: DERECHOS CULTURALES Y MECANISMOS PARA SU EJERCICIO) donde entre otras cosas se “garantiza“; el acceso a la cultura, la participación y el disfrute de las diversas manifestaciones culturales sin discriminación, lamentablemente esto pinta para quedarse solo en palabras, ya que como sabemos las condiciones económicas y sociales del país hacen imposible que la población más vulnerable considere siquiera acercarse a las diversas manifestaciones y/o expresiones artísticas-culturales a consecuencia de que todos sus esfuerzos se centran en tratar de subsistir.


El único mecanismo que parece ocurrírsele al gobierno es otorgar vales, como lo estipula el Artículo 8, pero históricamente estos han sido utilizados solo como mecanismo para el clientelismo político, es decir la compra-venta de voluntades. Este temor se fortalece porque aún no se ha esclarecido el cómo funcionarán y sobre todo el cómo se determinara quiénes serán los beneficiados.


Otros capítulos que no debemos perder de vista son los correspondientes al TITULO CUARTO: DE LA PARTICIPACION SOCIAL Y PRIVADA, en este título el problema real es la diferente caracterización que se da a la participación, reconociendo a la iniciativa privada como un sector ya que es posible identificar claramente quien pertenece a éste, porque el único requisito es el de poseer capital. Por otro lado está la participación social, la que claramente no se agrupa en un sector, sino que está conformada por varios de estos, incluyendo a la iniciativa privada, por lo que no queda claro con qué parte de la sociedad se establecerán los “mecanismos de participación” tal y como lo dicta el Artículo 38. Es en este tipo de ambigüedades donde se ve fortalecida la participación de las empresas y de nueva cuenta deja de lado al trabajador y a su familia.


Por último, analizaremos algunos de los transitorios que nos parecen relevantes, el TERCERO da un plazo de 180 días naturales a partir de la publicación de la ley, es decir a partir del 20 de junio, para expedir el Reglamento necesario para la ejecución de la nueva Ley General de Cultura y Derechos Culturales, este reglamento debe tener toda nuestra atención debido a que este es el instrumento mediante el cual se harán todas las especificaciones del manejo de los diferentes institutos, centros y mecanismos que conforman a la Secretaría de Cultura.


El CUARTO transitorio es un mal intento por parte del gobierno de parecer incluyente pero parece más una burla, porque hace mención de que el Ejecutivo Federal así como los estados “promoverán la difusión de la Ley, en las lenguas vivas de los pueblos originarios del país”, es decir que esta nueva legislación debe ser traducida en más de 60 lenguas indígenas, pero aquí es necesario precisar qué utilidad tendría esto, ya que como sabemos aunque las legislaciones del país estén en nuestro idioma, no significa que sean claras y sobre todo la intención de los artículos, debido a que están conformados por una serie de tecnicismos que solo los especialistas en la materia comprenden y de nueva cuenta sólo se cae en buenas intenciones que no tienen ningún fin práctico.


Todo lo anterior sólo fue una revisión de los artículos más tendenciosos, pero queda claro que hasta después de la publicación del reglamento tendremos una visión mucho más precisa del golpe asestado (y que desafortunadamente no hemos tenido la capacidad para frenar) en contra de la clase trabajadora alejándola cada vez más del acceso y disfrute de la cultura, dejándola de nueva cuenta a merced de la burguesía.


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