top of page

Arantepacua y los movimientos de izquierda.

  • Miringüa
  • 29 may 2017
  • 3 Min. de lectura

“Aproximadas las 4:00 pm el ambiente se tornaba frío, los pájaros dejaron de cantar como en aquella leyenda que enmudeció al quetzal, pero esta vez no eran españoles, eran hombres azules de tolete, en lugar de monstruos de cuatro patas eran vehículos que lograban penetrase en la sierra; los comuneros, las mujeres y las familias se preparaban para lo que parecía un asedio de las fuerzas estatales, ministeriales y por supuesto el siempre fiel ejercito mexicano. Entonces ocurrió, las fuerzas castrenses entraron con violencia, la razón era una utopía en ese momento”. El operativo buscaba “recuperar” las unidades retenidas por los comuneros de Arantepacua; asegurar los intereses de los empresarios implicados y hacer respetar el “Estado de Derecho”, pregonado sin tregua por los grandes funcionarios de los tres niveles de gobierno. El resultado de esta heroica misión fueron dos comuneros asesinados, y dos que fallecieron al cabo de unos días en el hospital, no olvidando los allanamientos de morada y daños psicológicos en las familias de la comunidad. Hasta la fecha en que fue escrito este texto, los medios oficiales y el gobernador michoacano, siguen insistiendo en que las verdaderas víctimas fueron los policías. Los hechos ocurridos el pasado 5 de Abril en la comunidad indígena de Arantepacua, municipio de Nahuatzen Michoacán, responden a una serie de acontecimientos a nivel nacional, que si bien no persiguen en apariencia una conexión específica entre los gobiernos y personajes implicados, resultan reveladores en cuanto a la estratagema del Estado como ejecutor y perpetuador de un supuesto “Estado de derecho” ante las protestas de las diferentes comunidades indígenas del país. Haciendo memoria, la lista de injusticias perpetradas por los diferentes Gobiernos a cargo de partidos burgueses y sus representantes a niveles estructurales, ni siquiera es conocida por la mayoría de los mexicanos. Lo cierto es que, nuestra memoria colectiva parece no tener espacio para palabra “justicia”.

Los intelectuales de la burguesía, que funcionan como justificadores de esta coerción que el Estado genera en contra de las pueblos en resistencia y las organizaciones que deciden sobre un proyecto anti-hegemónico, los intelectuales del status quo, toman la pluma y comienzan a dar forma a las “verdades históricas” reconocidas a través de los grandes y oficiales medios de comunicación, entregadas como productos pre-fabricados al sentido común de los espectadores, es decir nosotros; sin la capacidad de replica porque (según ellos) no hay nada que criticar, la ley es la ley. Esto nos lleva a reconocer en los hechos de Arantepacua, las condiciones de una verdadera coyuntura política, y no precisamente electoral, sino un verdadero “shock” a este invisible espacio o artefacto que llamamos conciencia.Para entender el fenómeno de las resistencias y la coyuntura de Arantepacua, es imprescindible resaltar el concepto de autonomía, presente en la mayoría de las comunidades indígenas del país. El cual lleva consigo una alternativa ante el sistema social-demócrata, presidido por una fallida democracia representativa electorera, el campo perfecto para la proliferación de los partidos políticos de la burguesía, al servicio del empresariado y de prácticas asistencialistas; en lugar de cambios de fondo frente a la desigualdad económica y cultural de los pueblos.

¿De qué sé culpa a Arantepacua entonces? ¿Cuál es la lección que nos deja la resistencia de esta pequeña comunidad en el corazón de la meseta purépecha? La respuesta se encuentra en la libre determinación de su gobierno, la tradición anti-partidista del pueblo purépecha. ¿Qué podría significar una crisis más grande para los partidos políticos burgueses que el rechazo del pueblo a dicha forma de gobierno?, y si nos detenemos a meditar en esta cuestión, todo cobra sentido, y ya no es únicamente el gobierno en turno, sino el sistema de gobierno que busca perpetuarse, un sistema deshumanizado, para el que las palabras “resistencia”, “autonomía”, “indígena” y “dignidad” representan obstáculos a derribar. Arantepacua es y seguirá siendo una bandera en el corazón de las resistencias de los pueblos originarios, un ejemplo de dignidad para las luchas de izquierda y un ejemplo vivo de la vorágine estructural que representa el caduco sistema actual de gobierno.

Comments


bottom of page